La leche de
vaca es un alimento básico en la alimentación humana en todas las etapas de la
vida. Su procesamiento industrial ha permitido el acceso generalizado a su
consumo por parte de la población, lo que ha contribuido a mejorar notablemente
su nivel de salud.
Desde el
punto de vista de su composición, la leche es un alimento completo y
equilibrado, que proporciona un elevado contenido de nutrientes en relación con
su contenido calórico, por lo que su consumo debe considerarse necesario desde
la infancia a la tercera edad.
Los
beneficios de la leche de vaca no se limitan exclusivamente a su valor
nutricional, sino que se extienden más allá y constituyen un factor de
prevención en determinadas patologías afluentes como son la enfermedad
cardiovascular, algunos tipos de cáncer, la hipertensión arterial o en
patología ósea o dental. Puede contribuir también en la lucha frente al
sobrepeso y la obesidad infantil.
Leche y prevención de
patologías
Leche
y riesgo cardiovascular
Las enfermedades cardiovasculares pese
a los avances en su tratamiento, son una causa importante de morbimortalidad en
nuestro país. Producen 125.000 muertes anuales, lo que supone un 36% de todas
las causas de defunción y más de 5 millones de estancias hospitalarias al año
en España, convirtiéndose en la primera causa de muerte y hospitalización, con
la cardiopatía isquémica en cabeza.
La dieta DASH, nacida del estudio “Dietary
Aproaches
to Stop Hypertensión”, es hiposódica,
rica en potasio, en frutas, verduras y lácteos bajos en materia grasa y pobre
en carnes rojas. Esta intervención disminuía la presión arterial en 5,5 mm Hg y
los niveles de colesterol LDL alrededor de un 7%, aunque reducía también el
colesterol HDL. En un estudio publicado en 2010, se demostró que la adopción de
la dieta
DASH disminuye el riesgo
cardiovascular a 10 años vista, en un 18% en el grupo con HTA estadio I
comparado con el grupo control. La dieta mediterránea, tradicional de nuestro
país, guarda muchas coincidencias con la dieta DASH, fundamentalmente en el
alto consumo en frutas y verduras, en la sustitución de las carnes rojas por
pescado, y manteniendo los lácteos desnatados como una parte importante de la
alimentación diaria.
En los últimos años han sido muchos
los estudios publicados respecto a la dieta y a los lácteos desnatados como
alimento importante de esta. Los estudios existentes son homogéneos en cuanto a
sus resultados, y todos los metaanálisis disponibles sugieren que el consumo de
lácteos tiene un pequeño efecto sobre la reducción global del riesgo de
enfermedad coronaria y en ictus, tanto isquémico como hemorrágico, éste último probablemente
relacionado con la reducción de la presión arterial. Además, las ingestas
elevadas de proteínas lácteas, potasio, magnesio y calcio han sido relacionadas
con una reducción del riesgo de ictus y cardiopatía isquémica.
Leche
y prevención del cáncer
Aunque algunos estudios han sugerido
que un alto consumo de leche puede aumentar el riesgo de cáncer, los estudios
recientes sobre este tema proveen evidencia que sugiere que la ingesta
recomendada de leche y productos lácteos es segura y, sobre todo, no parece aumentar
el riesgo de cáncer. Sobre la base de una revisión sistemática de la literatura
epidemiológica, el
World Cancer Research Fund y el
American Institute
for Cancer Research concluyeron que
existía una probable asociación entre la ingesta de leche y un menor riesgo de
cáncer colo-rectal, una probable asociación entre las dietas altas en calcio y
el aumento del riesgo de cáncer de próstata y una limitada evidencia de una asociación
entre la ingesta de leche y un menor riesgo de cáncer de vejiga. Para otros
tipos de cáncer, la evidencia era mixta o inexistente.
Leche
y salud de huesos y dientes
Los hábitos dietéticos que comporten
un consumo lácteo regular durante la infancia conducen a un buen contenido
mineral del esqueleto en los años posteriores, incluso en las edades más
avanzadas. Así, los niños entre 3 y 13 años que no presentan un consumo adecuado
de leche muestran un balance negativo de calcio, con una menor densidad ósea y
un mayor riesgo de fracturas en edades posteriores que sus controles.
Por otra parte, una ingesta alta de
leche durante la adolescencia se ha asociado a un mayor contenido mineral óseo
en la columna lumbar y en el radio durante la etapa del desarrollo en que se
logra el pico de masa ósea. Se dispone de pruebas suficientes sobre la importancia
de mantener un balance cálcico positivo durante la adolescencia, y también de
que para alcanzar la máxima masa ósea que prevenga la enfermedad osteoporótica
este, debe mantenerse hasta al menos 4 años después de finalizado el
crecimiento longitudinal de los huesos.
El calcio y las proteínas presentes en
la leche son, junto al flúor y otros elementos de la dieta, decisivos para
alcanzar un buen desarrollo de las piezas dentarias y mantenerlas sanas. Pero
otros componentes de la leche participan en el logro de la salud dental. Hay una
gran cantidad de estudios que confirman que el consumo de leche ofrece un
beneficio anticariogénico cuando se acompaña de una higiene oral correcta.
Leche
y peso saludable
La población española vive una
situación alarmante respecto al sobrepeso y la obesidad y la prevalencia ha ido
en aumento durante los últimos años, no solo en la población adulta sino
también entre la pediátrica, lo que ha convertido a la obesidad en un problema
de salud pública de gran magnitud.
Numerosos estudios experimentales y
epidemiológicos han demostrado que la ingesta diaria de calcio proveniente de
los productos lácteos bajos en grasa es eficaz en la pérdida de peso, y que el
metabolismo del calcio y, a lo mejor, de otros componentes de los productos lácteos,
puede contribuir al balance de energía y por ello jugar un papel en el control
del peso, mientras que algunos otros estudios no han podido establecer una
relación significativa.
Estudios como el NHANES III,
demostraron que las personas cuya ingesta de calcio estaba en los cuartiles
superiores tienen un 85% menos de riesgo de desarrollar obesidad en comparación
con el cuartil de menor consumo. También se relaciona una mayor ingesta de
calcio a una mayor pérdida de peso corporal, de tejido adiposo y de disminución
de grasa en la región abdominal. El calcio dietético, además, se une a los
ácidos grasos del tracto gastrointestinal formando jabones de calcio evitando
su absorción.
Leche,
intolerancia a lactosa y alergia a proteínas
Dentro de la intolerancia a la leche
se enmarcan distintas posibilidades, de las que la intolerancia a la lactosa y
la alergia a las proteínas de la leche de vaca son las más frecuentes.
La prevalencia de cierta intolerancia
a la lactosa en nuestro medio se ha estimado en un 13% en niños de 10 años y de
cerca de un 40% en adultos. Los datos publicados son discordantes en función de
la técnica utilizada para el diagnóstico, en especial en función de la cantidad
de lactosa utilizada en la sobrecarga. Existe una gran variación
interindividual en la tolerancia a la lactosa, lo que lleva a que sea el propio
individuo quien autorregula la cantidad de lácteos que puede consumir.
El tratamiento de la intolerancia a la
lactosa se centra en eliminar los síntomas al tiempo que se ayuda al paciente a
adaptarse a una ingesta gradualmente mayor de lactosa. Los puntos clave son:
reducir la cantidad de lactosa de la dieta (algunos lácteos fermentados contienen
cantidades muy bajas o, incluso, ausentes y aumentan la capacidad enzimática),
asegurar una ingesta suficiente de calcio y vitamina D. La disponibilidad de
productos lácteos predigeridos (es decir, en los que se ha añadido lactasa
previamente) ha facilitado mucho la dieta de estas personas.
La alergia a la proteína de leche de
vaca es un cuadro que ocurre en lactantes y niños pequeños, con una frecuencia
estimada mucho menor que el cuadro anterior, de alrededor del 2% de los
lactantes. Los síntomas pueden empezar en las primeras semanas de vida y pueden
manifestarse como síntomas cutáneos, respiratorios o gastrointestinales, o
incluso manifestarse en más de un órgano o sistema. La mayoría (entre un 60 y
un 75%) de los lactantes afectos son tolerantes a los dos años y la cifra de
tolerantes aumenta más lentamente a partir de esa edad. El tratamiento se basa
en eliminar la leche de vaca y los derivados lácteos de la dieta y su
sustitución por preparados específicos como fórmulas hidrolizadas, fórmulas de
soja y preparados elementales. La reintroducción debe ser realizada de forma
escalonada y bajo supervisión médica.
Desde
el punto de vista de su composición nutricional, la leche es un alimento
completo y equilibrado, proporcionando un elevado contenido de nutrientes en relación
al contenido calórico, por lo que su consumo a lo largo de la vida del ser
humano, debe considerarse necesario e imprescindible desde la infancia hasta la
tercera edad.
Las propiedades y beneficios de la leche de vaca no se limitan
exclusivamente a su papel y valor nutricional si no que se extiende más allá y
juegan un papel básico dentro del mundo de la salud y la medicina, constituyendo
un factor de prevención de primer orden en las denominadas patologías afluentes
como son enfermedades cardiovasculares, oncológicas, metabólicas, odontológicas
y óseas.
A continuación comparto un documento elaborado por la
FEDERACIÓN ESPAÑOLA DE SOCIEDADES DE NUTRICIÓN, ALIMENTACIÓN Y DIETÉTICA
(FESNAD) acerca de la evidencia científica sobre el papel del yogur y otras
leches fermentadas en la alimentación saludable de la población española:
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