La leche es un alimento líquido, de color blanco, con un
contenido en nutrientes excelente. Se puede considerar que es el alimento más
completo que existe. Los distintos mamíferos se alimentan exclusivamente con la
leche segregada por las glándulas mamarias de sus madres durante los primeros
meses de vida. Para ellos, y durante esta época, verdaderamente es un alimento
completo. La composición química de la leche difiere de unas especies a otras,
pero siempre contiene los tres principios inmediatos: glúcidos, proteínas y
lípidos, así como vitaminas y elementos químicos esenciales. Y todo ello en un
perfecto equilibrio estable, donde el agua transporta los lípidos en emulsión,
las proteínas en dispersión coloidal y los otros nutrientes en solución. Este
equilibrio físico-químico se rompe si tiene lugar un crecimiento bacteriano. La
leche más utilizada como alimento, además de la leche de mujer para el niño, es
la leche de vaca, por lo que denominaremos leche a la que tiene este origen,
debiendo precisarse en los demás casos su procedencia (leche de oveja, de
cabra, etc.).
COMPOSICIÓN
NUTRIRIVA
La leche contiene:
— Hidratos de carbono.
— Proteínas.
— Grasas.
— Vitaminas.
— Elementos químicos esenciales y agua.
Hidratos
de carbono
El único carbohidrato que contiene la leche, sea cual sea
su origen, es la lactosa. Se trata de un disacárido mucho menos dulce que la
sacarosa y para cuya digestión se precisa la lactasa, enzima segregada por las
cé lulas de la mucosa del intestino delgado. Por la acción de ciertas
bacterias saprofitas, la lactosa se puede transformar en ácido láctico,
acidificando el medio. Así se obtienen el yogur y otras leches fermentadas. Por
otra parte, la lactosa es un azúcar reductor que puede reaccionar con algunos
aminoácidos de las proteínas (reacción de Maillard) que producen ciertos
cambios en el valor nutritivo, el color, etc., de la leche. La leche de mujer
contiene una mayor proporción de lactosa que la de la vaca, circunstancia
probablemente muy beneficiosa para el niño.
Proteínas
La leche contiene proteínas de alto valor biológico. Son,
fundamentalmente, la caseína, y en mucha menor proporción: la lactoglobulina y
la lactoalbúmina. Cien gramos de leche contienen entre 3 y 3.5 g de proteínas,
de las cuales la caseína representa cerca del 80%. La leche de mujer, en
cambio, tiene sólo 1.25 g, aunque en proporción, es más rica en lactoalbúmina.
Durante la digestión de la caseína se forman en el estómago unos pequeños y
característicos precipitados que sufren la hidrólisis química inicial,
necesaria para seguir su digestión en el intestino delgado, previo a su
posterior asimilación.
Grasas
Las grasas están
presentes como finos glóbulos lipídicos, en perfecta emulsión. Si por su menor
densidad confluyen en la superficie, constituyen la nata o crema de la leche. A
veces, sin embargo, se llama así al producto más compacto que aparece tras la
ebullición y que está formado básicamente por la coagulación de la albúmina.
Las grasas de la leche, en forma de triglicéridos, contienen ácidos grasos de 4
a 18 carbonos, o incluso más, entre ellos una pequeña proporción de los ácidos
grasos esenciales. Predominan, sin embargo, los ácidos grasos saturados. Es
interesante destacar que el contenido en grasa de la leche de distintas
especies de mamíferos varía mucho, y está en función de determinadas
características de la especie. Así, por ejemplo:
El contenido en colesterol de la leche de vaca es
moderado, unos 14 mg por 100 mL. Pero en algunos derivados (mantequilla, quesos
grasos), al incrementarse los lípidos lácteos, aumenta considerablemente su
concentración, hecho a tener en cuenta a la hora de confeccionar la dieta
correspondiente.
Vitaminas
En la leche se encuentran representadas todas las
vitaminas, aunque deben destacarse algunas. Así, es notable el contenido en
vitamina B2 o riboflavina, vitamina termorresistente (resiste la ebullición)
aunque fotosensible (se destruye con la luz) y que no abunda en ningún
alimento. Es de notar que la leche de vaca es pobre en vitamina C. En cambio,
disueltas en la grasa láctea, se hallan concentraciones adecuadas de vitaminas
A y D, hecho especialmente importante en la alimentación infantil. Al extraerse
la grasa para fabricar mantequilla, la leche descremada resultante apenas
contiene indicios de estas vitaminas liposolubles. Conviene señalar también que
en los procesos industriales, mediante los cuales la leche es tratada por el
calor, se destruye gran parte del contenido vitamínico original. Es el precio
de la técnica para asegurar una leche libre de microorganismos.
Elementos
químicos esenciales y agua
Debe destacarse el alto contenido en calcio de la leche.
Ésta es, desde luego, su fuente principal. La leche de vaca contiene unos 124
mg de Ca por 100 mL La leche humana, en cambio, contiene entre 25 y 35 mg por
100 mL. El calcio lácteo se absorbe mejor que el procedente de otros alimentos,
por lo cual, se considera la leche como el principal «formador y mantenedor» de
tejido óseo. El fósforo se halla en equilibrio con el calcio, en una relación
aproximada Ca/P de 1.2/1. En cuanto al hierro, la leche es una fuente pobre,
que no cubriría las necesidades del ser humano si se siguiera una dieta
exclusivamente láctea. Por ello, el lactante utiliza las reservas de ferritina
almacenadas en su organismo, suficientes durante 4-6 meses. Esto es así tanto
en la leche de vaca como en la de mujer. Esta última contiene algo más de Fe,
pero siempre en cantidades bajas respecto a las necesidades. El agua constituye
el 89 % del peso total de la leche. En ella se encuentran los nutrientes en
suspensión perfecta. Conviene resaltar la presencia de sodio, en cantidad
relativamente elevada, mientras que el potasio se encuentra, en cambio, en
menor proporción.
Variaciones
en la composición
La composición de la leche depende, en parte, de la
alimentación que recibe la hembra correspondiente. Por ello, la concentración
de grasas, proteínas, calcio, sodio y otros nutrientes que le adjudican las
tablas de composición, lo es por término medio, y así debe interpretarse.
DIGESTIÓN
La digestión de la leche presenta algunas
particularidades que conviene analizar. En el estómago se inicia la digestión
de las proteínas por la acción sinérgica de la pepsina y el ácido clorhídrico.
Tras una precipitación característica, se produce el ataque químico de las
moléculas proteicas. La precipitación en partículas diminutas es una función
privativa del estómago, que no puede ser suplida ni siquiera con la potente
hidrólisis que produce el sistema tripsinaquimotripsina. Las grasas lácteas
deben ser emulsionadas por la bilis antes de su desdoblamiento químico por la
lipasa pancreática. Según el tamaño inicial de los glóbulos grasos, que son desiguales,
esta emulsión será más o menos difícil. La lactosa se desdoblará en glucosa y
galactosa en la mucosa yeyunal, donde se encuentra la disacaridasa específica o
lactasa, presente en bajas concentraciones; por ello, la capacidad de
hidrólisis de la lactosa es limitada en función de la superficie yeyunal por
unidad de tiempo (véase el Capítulo 18). Si existe un déficit de lactasa, la
lactosa pasa sin desdoblar al colon donde, por acción de la fermentación
bacteriana, produce ácido láctico que, unido al dióxido de carbono y a la
hiperosmolaridad que comporta su presencia, origina unas diarreas explosivas
características, primordial manifestación de la intolerancia a la leche.
CONSERVACIÓN
Debido a la facilidad con que la leche se descompone por
acción de la flora bacteriana, se han ideado diversos métodos para proceder a
su conservación, basados en la aplicación de calor.
Leche
fresca
Es la obtenida tras el ordeño de la vaca, sin otra
manipulación; puede estar contaminada por diversos agentes patógenos. Cuando la
recogida ofrece garantía sanitaria desde el punto de vista bacteriológico, se
habla de leche fresca certificada.
Leche
hervida
La ebullición (a temperatura algo inferior a los 100 °C)
es un proceso obligado en la leche fresca, que modifica sus características
organolépticas a cambio de proporcionar una garantía higiénica. Debe
distinguirse la «subida» de la leche del verdadero hervido, que debe mantenerse
durante unos minutos.
Leche
pasteurizada
Es la leche tratada a temperatura inferior a la
ebullición, del orden de los 70-75 °C. Existen diferentes técnicas que conjugan
volumen de leche, tiempo y temperatura aplicada. De este modo se destruyen la
práctica totalidad de las formas vegetativas de los microorganismos, pero no
sus esporas. Debe guardarse en el frigorífico, a 0-3 °C, donde se conserva unos
3-4 días.
Leche
esterilizada
Si la aplicación de calor supera la temperatura de
ebullición, se obtiene leche esterilizada, es decir, sin ninguna forma de
microorganismos. Normalmente, se consigue con temperaturas del orden de 115 °C
durante 15 minutos o, más modernamente, de 140 a 150 °C por espacio de 1 a 3
segundos (sistema UHT). Por el sistema UHT la leche conserva mejor su
característico sabor y no se alteran tanto algunos de sus nutrientes, como las
vitaminas. La leche esterilizada mantiene su estabilidad fisicoquímica durante
un período de 4 a 6 meses.
Leche
evaporada
Es una leche esterilizada cuyo volumen se ha reducido a
la mitad por ebullición continuada. Debería, pues, ingerirse previa
reconstitución con igual volumen de agua potable.
Leche
condensada
Es una leche evaporada a la que se ha añadido un peso
igual de azúcar. El 50 % de su peso es, pues, sacarosa, por lo que
proporcionalmente contiene menos proteínas y grasa, y más glúcidos que las
otras variedades lácteas.
Leche
en polvo
Es el alimento obtenido tras la evaporación casi completa
del agua que contiene la leche. Se puede obtener a partir de leche entera, o
también descremada.
Leche
descremada (o desnatada)
Es una leche esterilizada en general, a la que se le ha
extraído la casi totalidad de sus lípidos, pero que conserva sus proteínas,
lactosa y calcio, fundamentalmente, aunque no sus vitaminas liposolubles. En la
variedad semidescremada, la eliminación de sustancias grasas es de la mitad. El
consumidor deberá elegir la que mejor se acomode a sus necesidades nutritivas,
teniendo en cuenta la existencia de patología biliar, obesidad, dislipemia,
etc.
Leche
de vaca con grasa vegetal
Es la que resulta de añadir grasa vegetal (p. ej., de
maíz) a la leche previamente descremada. No debe confundirse con la leche
desnatada.
DERIVADOS
DE LA LECHE
Yogur
y otras leches fermentadas
El yogur es una leche fermentada que se obtiene a partir
de la acción de ciertas bacterias saprofitas {Streptococcus term ophilus y L
actobacillu s bulgaricus), las cuales provocan una transformación parcial de la
lactosa en ácido láctico, así como, un aumento de la consistencia por
coagulación de sus proteínas. Su capacidad de conservación es mayor que la de
la leche fresca o pasteurizada, en parte por el descenso de pH (alrededor de
4.2). El valor nutritivo del yogur es prácticamente igual al de la leche de la
que procede. En cuanto a la tolerancia digestiva, se admite que es mayor,
probablemente a causa de los cambios en sus principios inmediatos. El yogur
contiene, pues, microorganismos vivos, a los que se atribuyen propiedades
beneficiosas para la flora del colon, así como, para la formación de lactasa,
muy adecuado para insuficientes parciales a la lactosa. Se han comercializado
leches fermentadas con bacterias distintas a las tradicionales, por ejemplo,
con Bifidobacterium bifidum (o longum), L actobacillu s casei, lactobacilo
acidófilo 1. Aparte de conseguir productos de distinto sabor, la acción de
estos gérmenes en la flora colónica es muy interesante, ya que, compiten con
otros microorganismos indeseables además de otras posibles acciones
beneficiosas. El kéfir es otro producto lácteo en el cual la fermentación
ocasionada por determinados microorganismos (Bacterium caucasicum, Torulopsis
lactis, Streptococus caucasicus) origina la formación de alcohol etílico (menos
de 1 g%). Es un producto originario del Cáucaso.
Queso
Es un producto pastoso o sólido que resulta de coagular
la leche, con separación de la mayor parte del suero. Alrededor del 13 % de la
leche producida en los países occidentales se destina a la producción de queso.
La mayor parte de los quesos se elaboran a partir de la leche entera, pero,
pueden hacerse a partir de leche desnatada. Su obtención pasa por las
siguientes fases:
1. Coagulación de la leche mediante el cuajo. El producto
obtenido se denomina cuajada. El cuajo se extrae del cuajar de las terneras, el
cual posee una intensa actividad enzimática. También pueden utilizarse sustitutivos
autorizados.
2. Tratamiento de
la cuajada, con adición de sal, calentamiento, prensado para favorecer la
expulsión de agua y colocación en moldes.
3. Maduración o curada. Serie de transformaciones
físico-químicas, a menudo generadas por la acción de microorganismos
específicos —y distintos según el tipo de quesos— y con disminución del
contenido en agua. Desaparece la lactosa y sufren hidrólisis los lípidos y las
proteínas.
Existen infinidad
de variedades de queso, distintas según la leche de origen, el contenido en
agua, los microorganismos característicos involucrados en su maduración, el
tratamiento térmico, el porcentaje de grasa, etc. Se denominan quesos frescos
aquellos que se consumen pocos días después del inicio de su elaboración; su porcentaje
hídrico es elevado —por ejemplo, los quesos de Burgos o de Villalón—. El «petit
suisse» es un queso fresco enriquecido con grasas lácteas y de consistencia
pastosa. Los quesos manchegos y de bola son quesos madurados más de 3 meses; su
porcentaje de agua es bajo. Los quesos fundidos se obtienen a partir de la
fusión, a temperatura adecuada, de uno o varios tipos de quesos. Se presenta en
porciones, en lonchas o en forma de barra. Actualmente, y por el interés de la
demanda de los consumidores, existe una oferta creciente de quesos de diversos
tipos con bajo contenido lipídico.
Composición
del queso
1. Proteínas, entre el 25 y el 35%. A mayor cantidad de
agua corresponde un porcentaje menor de proteínas.
2. Grasas, entre el 16 y el 40% o más, dependiendo del
porcentaje hídrico y de que el queso haya sido enriquecido o no con grasas
lácteas. Existen quesos parcialmente descremados —frescos, madurados, fundidos—,
ya que, se han formado a partir de la leche de estas características. La
legislación obliga a que figure en la etiqueta distintiva de cada queso el
porcentaje en grasa del extracto seco, es decir, eliminada la totalidad del
agua. Este extremo es muy útil en algunos aspectos comerciales y nutricionales,
pero impide —y puede confundir— saber la cantidad de lípidos contenidos en 100
g de un queso determinado, aunque la cantidad aproximada puede hallarse en unas
tablas de composición de alimentos. La cantidad de colesterol corresponde al
que se halla en la grasa láctea presente en el queso.
3. Los quesos maduros y los fundidos no contienen
lactosa, ya que se ha expulsado con el suero de la leche, o bien se ha
provocado su fermentación. Los quesos frescos, en cambio, todavía conservan
gran parte de la lactosa original de la leche de procedencia.
4. El contenido en
calcio de los quesos es, lógicamente, muy elevado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario